La ciudad ya fundada en tiempos remotos por los fenicios, se levanta a la orilla de las templadas y azules aguas del Mediterráneo. Bañada por el intenso y cálido sol andaluz es una ciudad con una especial gracia y encanto.
Su fama a nivel turístico le viene sobre todo por sus playas situadas en la Costa del Sol. No en vano esta costa se precia de tener uno de los más cálidos y suaves climas de la Península Ibérica, con tal número de horas de sol durante todo el año, que será de extrañar que su visita coincida con días nublados.
Sin embargo, Málaga también ofrece otras maravillas no tan conocidas, tanto en la capital como en la provincia, testimonio de una rica y antiquísima historia. Un recorrido por estas páginas le hará descubrir multitud de aspectos excepcionales, tanto en su naturaleza, como en el arte.
La ciudad en sí, se presenta alegre y acogedora, con numerosos jardines y la gracia andaluza de su arquitectura con reminiscencias árabes.
La provincia encierra tesoros en sus cuatro costados. Al sur, en su costa oriental y occidental, tenemos las playas, algunas extremadamente turísticas, otras conservan aún el encanto de un pueblecito pesquero. Al norte, sus montañas, descubren parajes naturales bellísimos y asombrosos.
Un recorrido por toda la provincia nos hará descubrir extraordinarios y pintorescos pueblos, algunos con restos arqueológicos antiquísimos. Probar su sabrosa gastronomía y su delicioso vino de pasas es otro placer al que no debiera rehusar el viajero, pues en Málaga, ciudad natal de Picasso, todo se disfruta.